Me voy.
Os dejo
mi silla
y me
voy.
No hay
bastantes zapatos para todos
y me
voy a los surcos.
Me
encontraréis mañana
en la
avena
y en la
rumia del buey
dando
vuelta a la ronda.
Seguidme
la pista, detectives,
seguidme
la pista como Hamlet al César.
Anotad:
El
poeta murió.
El
poeta fue enterrado,
el
poeta se transformó en estiércol,
el
estiércol abonó la avena,
la
avena se la comió el buey,
el buey
fue sacrificado, con su piel labraron el cuero,
del
cuero salieron los zapatos…
Y con
estos zapatos en que se ha convertido el poeta
¿hasta
cuándo -yo pregunto, detectives-
hasta
cuándo seguirá negociando
el
traficante de calzado?
¿Por
qué no hay ya zapatos para todos?
León Felipe
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