viernes, noviembre 23, 2018

LA DE UN QUIZAS (J. Saraco/Fernando Basanta Finn)Ando buscando una estrofa

Ando buscando una estrofa
Pero esta se mofa, se rie de mi  
Vivo en un frenesí 
Entre los crueles papeles 
La perdí 

Temblando entre las bordonas 

Parece que asomas, pero me engañas 
Te volvés para atrás 
De arrepentida, o de tímida 
Nomás 

Quisiera tenerte cerca 

Mirá que sos terca, estrella fugaz 
Caprichosa de más, ¿por qué te escondes? 
Responde 

¿Dónde estás? Siempre más allá 

Mi fruto y simiente 
Que si no te encuentro urgente 
Serás por siempre 
Solo un ¨quizás¨ 

Destino de andar vagando 

Como adivinando tu constelación 
Aquí en mi corazón 
Sigo tu huella de estrella 
Mi canción 

Vos sos mi canción perdida 

Como una guardia para anochecer 
No me explico por qué 
Tanto desprecio, tan recio 
Y constante 

Te voy a sacar entera 

De tu madriguera 
Aunque no quieras 
Por delante o detrás 
Con la voz ronca de bronca 

¿Me escuchás? Por ser un ¨tal vez¨ 

Ya ves, que no tengo paz 
Me aleja de ti un hechizo 
Yo te bautizo: 
¨La de un quizás¨

martes, noviembre 13, 2018

Despedida de un paisaje


No le reprocho a la primavera
que llegue de nuevo.
No me quejo de que cumpla
como todos los años
con sus obligaciones.
Comprendo que mi tristeza
no frenará la hierba.
Si los tallos vacilan
será sólo por el viento.
No me causa dolor
que los sotos de alisos
recuperen su murmullo.
Me doy por enterada
de que, como si vivieras,
la orilla de cierto lago
es tan bella como era.
No le guardo rencor
a la vista por la vista
de una bahía deslumbrante.
Puedo incluso imaginarme
que otros, no nosotros,
estén sentados ahora mismo
sobre el abedul derribado.
Respeto su derecho
a reír, a susurrar
y a quedarse felices en silencio.
Supongo incluso
que los une el amor
y que él la abraza a ella
con brazos llenos de vida.
Algo nuevo, como un trino,
comienza a gorgotear entre los juncos.
Sinceramente les deseo
que lo escuchen.
No exijo ningún cambio
de las olas a la orilla,
ligeras o perezosas,
pero nunca obedientes.
Nada le pido
a las aguas junto al bosque,
a veces esmeralda,
a veces zafiro,
a veces negras.
Una cosa no acepto.
Volver a ese lugar.
Renuncio al privilegio
de la presencia.
Te he sobrevivido suficiente
como para recordar desde lejos.

                         Wislawa Szymborska

domingo, noviembre 11, 2018

El puñal

Dios Tiempo, tú que lo has creado todo
las causas y las consecuencias,
los grandes poetas, los embriones
de poetas
y los poetas fallidos.
Tú que has creado el insomnio
y los opiáceos y que
creaste el vino, el aguardiente
y el corazón humano.
Concédeme este último deseo:
Llévate el dolor y el tormento
pero no me quites el recuerdo
de su cara, de su aliento,
de su ingenio.
De su bondad.
Cauterízame la herida pero
déjame el puñal,
Permíteme olvidarla
sin olvidar.
Qué audacia la de escribir
una poesía
¿Acaso la soledad
se ensaña conmigo más que
con el preso, el huérfano
o el suicida?
Este no es un poema
Es una súplica al único
Dios que existe
Dios Tiempo te pido lo imposible
puesto que logras siempre
lo improbable. 
Sé sin ser
Pasa sin turbar
Cauterízame la herida pero
déjame el puñal,
Permíteme olvidarla
sin olvidar.
Lo he intentado todo
el alcohol, la peregrinación
y el llanto.
El hambre es un escozor
que se instala en la tripa
a la derecha de donde se apuntala
mi dolor de amor.
Dios Supremo
No me despojes de las alegrías
y los días
que junto a ella pasé.
Mátame sin morir
Cambia sin mutar
Cauterízame la herida pero
déjame el puñal,
Permíteme olvidarla
sin olvidar.
                               
                                      Gustavo Carvajal

lunes, noviembre 05, 2018

Lo nuestro

Amamos lo que no conocemos, lo ya perdido.
El barrio que fue las orillas.
Los antiguos, que ya no pueden defraudarnos
porque son mito y esplendor.
Los seis volúmenes de Schopenhauer,
que no acabaremos de leer.
El recuerdo, no la lectura, de la segunda parte del Quijote.
El oriente, que sin duda no existe para el afghano, el persa o el tártaro.
Nuestros mayores, con los que no podríamos conversar durante un cuarto de hora.
Las cambiantes formas de la memoria, que está hecha de olvido.
Los idiomas que apenas desciframos.
Algún verso latino o sajón, que no es otra cosa que un hábito.
Los amigos que no pueden faltarnos, porque se han muerto.
El ilimitado nombre de Shakespeare.
La mujer que está a nuestro lado y que es tan distinta.
El ajedrez y el álgebra, que no sé
.

                                                                                                        JL Borges