viernes, enero 25, 2019

Tal vez un día e estos

Se vio obligado por el miedo a vaciarse en cada encuentro, a darlo todo por ver sus ojos -los de ella- chispear en su presencia. El miedo de ella era a entregarse. El miedo de él a que no se entregara. Por eso él acababa entregándolo todo, lo que le correspondía entregar a él y lo que le correspondía a ella. Lo daba todo por ver caer sus temores, lo daba todo para que no hubiera ninguna duda sobre ser o no merecedor de su amor. Pero el amor no se merece. Surge o no surge. Y si surge como surgió en este caso, luego hay que esquivar el miedo de ella y aquel era un miedo gigante. Porque antes de él hubo otros nombres, personas que dejaron su alma como una aldea saqueada, desengaños con forma de persona que la dejaron demasiadas noches sin dormir y demasiados días sin abrazos. Aún le dolían los pies de pisar las promesas rotas que le hicieron sobre otras camas y así es difícil entregarse incluso cuando el amor te golpea en el vientre con su mirada bondadosa.
Y no se sabe si hay solución. Depende de ella, del tiempo que tarde en darse cuenta del origen de sus miedos, del tiempo que tarde en darse cuenta de que no todos los hombres extienden cheques sin porvenir. Y depende él –no conviene olvidarlo-, del tiempo que quiera darse en intentarlo, del tiempo que considere suficiente para rendirse.
Marwan

CONSIDERACIONES CON RESPECTO AL OLVIDO II


Y al final entendí que un recuerdo es algo que se deshace. Y entendí más: que no es el recuerdo el que se deshace, sino el dolor, el apego que sentías, la herida que rodeaba tu vida, el muro circular de la amargura. El recuerdo sigue intacto. Lo que cambia es tu respuesta, lo que te provoca recordar. Y para esto solo hace falta una cosa, tiempo, mucho tiempo, justamente eso de lo que nunca disponen aquellos corazones que están como el mío: rotos.
                                                                                                                          Marwan 

CONSIDERACIONES CON RESPECTO AL OLVIDO

El olvido es una disciplina sin geometría,
es igual que recordar a una chica sin rostro,
es como los espejos
que no se acuerdan de sus visitantes
unos segundos después,
es una emoción sin nombre,
volver a sentir nada.
El olvido es lo contrario a una cama desecha,
es el rival de la tarde en que te fotografié desnuda
y es quien convierte tu corazón en una trinchera
y tu memoria en un vertedero de momentos dulces.
El olvido siempre cobra caro el amor
como una novia rencorosa.
Es el precio de haber amado
y no haber sabido ganar
cuando apostaste todo
a la casilla azul de su mirada.
Es correr en dirección contraria a las caricias,
es una habitación con todo cambiado de sitio
pero sin nadie dentro.
Es la pregunta que llena los bares de gente
y la respuesta que llena los vasos de bocas.
También es el rincón concreto de la tierra
que no sé habitar
porque mis mapas miran al pasado,
porque tengo cien mil manchas
con tu nombre en la memoria.
Sigue persiguiéndome de noche
el mensaje oculto de tus pendientes,
tu silueta vista a contraluz,
tu risa como una manzana abierta,
tu pubis de anémonas sujetado por el sueño,
la pura geometría nórdica de tu abdomen
que descendía hasta mí como una noche de verano.
En las estanterías no me caben más recuerdos,
ya no hay más sitio para ti.
Acabo de tomar mi decisión:
hoy bajaré al parque
y me sentaré en un banco
a esperar que las palomas
caminen alrededor de mi vida
y picoteen
hasta que no quede
ni un grano de tu recuerdo.
                                                                Marwan

jueves, enero 24, 2019

CONSIDERACIONES CON RESPECTO AL AMOR

No conocen nada del amor
aquellos que no han temblado como un niño
acercando sus manos a otro cuerpo,
aquellos que nunca se quedaron sin aire delante de un sostén que los miraba a medio palmo de locura.
Si no se te ha salido el corazón por la boca al ver a otra persona,
si no se te han desbordado las caricias de las manos,
si no has necesitado un candado para sujetarlas,
de ninguna manera puedes entender de lo que hablo.
Si no te has quedado quieto mirándola en mitad de un incendio,
si no has perdido la consciencia golpeando tu sexo
contra la piel de alguien que te amaba,
si no saliste allí con el corazón a la intemperie
sabiendo que perderías, de verdad, ¿qué vas a saber tú? Si no te has sentido de cristal al abrazarla,
si no has aullado de dolor cuando la cornisa del abandono se desplomó un 2 de octubre,
si no has caído de bruces contra el suelo del olvido,
en serio, ¿qué vas a saber tú? Pero mucho más que eso,
si no soportaste después
la demolición paulatina de la pasión como un estoico,
ni te mantuviste firme cuando el placer se fue haciendo pasajero, realmente intermitente.
Si al llegar los primeros rayos de desgana huiste
y no buscaste dos mil maneras de volver a encenderlo,
¿qué coño vas a contarme?, ¿qué diablos sabes tú de todo esto?
Si te borraste a las doce tardes de rutina,
si abandonaste la escena y preferiste ir al abordaje de otra piel sin tratar de buscar la playa del amor con pactos e ilusiones compartidas,
de verdad, si no lo hiciste nunca, ¿qué sabes tú de todo esto?
Si no lo has intentado todo cuando ya no funcionaba,
ni has sujetado una mano enferma cuando tu egoísmo demandaba otras ocupaciones,
si no has antepuesto alguna vez la tristeza ajena a tu felicidad
y no has aliviado sus cargas a un ser querido,
¿qué vas a saber tú de todo esto?
Si preferiste salvar tus muebles
y llegó un portazo y era tuyo,
y llegó la cobardía y eras tú
y la falta de empatía era tu nombre;
si todo esto te sucedió, entonces debo decirte algo:
no tienes ni idea, no tienes ni idea, de verdad, no tienes ni la más remota idea de qué es el amor.
                                                                                                                           Marwan

miércoles, enero 23, 2019

Memoria

No tomes muy en serio
lo que te dice la memoria.
 
A lo mejor no hubo esa tarde.
Quizá todo fue autoengaño.
La gran pasión
sólo existió en tu deseo.
 
Quién te dice que no te está contando ficciones
para alargar la prórroga del fin
y sugerir que todo esto
tuvo al menos algún sentido.

José Emilio Pacheco

jueves, enero 10, 2019

Poema XVII _fragmento


Pensando, enredando sombras en la profunda soledad.
Tú también estás lejos, ah más lejos que nadie.
Pensando, soltando pájaros, desvaneciendo imágenes,
enterrando lámparas.
Campanario de brumas, qué lejos, allá arriba!
Ahogando lamentos, moliendo esperanzas sombrías

Pablo Neruda

YA TE ESTOY IMAGINANDO

No te conozco.
No sé de ti más que lo que intuyo,
que te llamas isla o esperanza,
que me entiendes aunque no me hayas tocado,
que el futuro está temblando en nuestros labios.
No sé de ti más que lo que intuyo,
un destino imaginario,
esa película dibujada entre nosotros
por esta cabeza febril
que siempre se adelanta a los eventos.
No estás aquí, no vives cerca,
ni siquiera sé si querrás poner un puente hacia mi boca
o si el café te gustará solo o conmigo.
Pero te miro y veo todo:
mi vida proyectada en unos cines,
tu mano en mi cuello cuando escribo,
tu lengua provocando un paisaje.
Y te imagino.
Te imagino sacándome, por fin, del laberinto,
secándome la angustia de otros cuerpos,
quitándome la voz al desnudarte.
Te imagino viviendo en mí,
dejándome escribir una canción bajo tu falda,
cogiendo una taza con mi mano,
llevando la manzana hasta mis dientes.
En mi cabeza ya vas haciéndome el amor en la cocina,
estás duchándote conmigo,
vistiendo de domingo a mis recuerdos.
Te imagino.
Buena y luminosa,
como esas personas donde siempre sale el sol,
aunque llueva en sus arterias,
curándole la herida a este planeta,
llorando por los niños que sufrieron,
lanzándole canciones a mis manos.
Te imagino enfadada:
cuando falte a mi palabra,
cuando no tenga respeto,
cuando hable mi egoísmo.
Y harás bien, me harás bien.
Te imagino acodada en una mesa
mientras me cuentas
qué es lo que nos pasó el verano que viene,
dónde vas a besarme el invierno pasado.
Te imagino tumbada, abierta como un mapa,
dejando que atraviese la frontera del pudor hacia tu carne,
clavándome con fuerza de caricia,
pidiendo siempre un bis, pidiendo todo.
Porque todo es lo mínimo a entregar
cuando dos pieles se encuentran destapadas.
Me imagino a mis manos
inventándose otro idioma al borde de tu sexo,
tu boca bajando a por agua a los bordes del mío,
tu risa y la mía quitándose la ropa por el aire.
Mis demonios dormirán cuando te toque,
tus fantasmas huirán a mi llamada,
volcará la pena en su carruaje.
Te imagino en ropa interior,
rozando mi lengua, activando la locura,
te imagino.
Me imagino diciéndotelo todo:
que te miro y me nace un libro nuevo,
que he dejado de llamarme desencanto,
que en el lugar en donde empiezan tus caricias
termina mi pasado.
Marwan

Ajedrez

Porque éramos amigos y, a ratos, nos amábamos;
quizá para añadir otro interés
a los muchos que ya nos obligaban
decidimos jugar juegos de inteligencia.
Pusimos un tablero enfrente de nosotros:
equitativo en piezas, en valores,
en posibilidad de movimientos.
Aprendimos las reglas, les juramos respeto
y empezó la partida.
Henos aquí hace un siglo, sentados, meditando
Encarnizadamente
cómo dar el zarpazo último que aniquile
de modo inapelable y, para siempre, al otro.

Rosario Castellanos

viernes, enero 04, 2019

La culpa es de uno

Quizá fue una hecatombe de esperanzas
un derrumbe de algún modo previsto
ah pero mi tristeza solo tuvo un sentido

todas mis intuiciones se asomaron
para verme sufrir
y por cierto me vieron

hasta aquí había hecho y rehecho
mis trayectos contigo
hasta aquí había apostado
a inventar la verdad
pero vos encontraste la manera
una manera tierna
y a la vez implacable
de desahuciar mi amor

con un solo pronostico lo quitaste
de los suburbios de tu vida posible
lo envolviste en nostalgias
lo cargaste por cuadras y cuadras
y despacito
sin que el aire nocturno lo advirtiera
ahí no más lo dejaste
a solas con su suerte
que no es mucha

creo que tenés razón
la culpa es de uno cuando no enamora
y no de los pretextos
ni del tiempo

hace mucho muchísimo
que yo no me enfrentaba
como anoche al espejo
y fue implacable como vos
mas no fue tierno

ahora estoy solo
francamente
solo

siempre cuesta un poquito
empezar a sentirse desgraciado

antes de regresar
a mis lóbregos cuarteles de invierno

con los ojos bien secos
por si acaso

miro como te vas adentrando en la niebla
y empiezo a recordarte.


Mario Benedetti