Sobre
la quemadura de la amapola
aplícate
jazmines, que eso la cura;
si
acaso fuese grave la quemadura
usarás
la camelia, pero una sola.
Cuando
el cielo en verano se tornasola
y ni
una nube vaga de cruel blancura,
y el
hastío te invade como una impura
serpiente
que te aprieta y asfixia y viola,
búscate
una muchacha que toque viola,
siempre
que de ella sea la partitura,
y
quémala tú mismo con amapola;
una
muchacha fresca, sonriente y pura
y dale
una camelia, pero una sola,
si
acaso fuese grave la quemadura...
Nicolás Guillén
Nicolás Guillén
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