jueves, abril 11, 2013

nunca te tuve y nunca te perdí

No hay peor ciego que aquel que no quiere ver
alimentado por la vana
falsa
irracional 
inútil
y dañina esperanza
leña que alimenta el fuego 
del dolor cotidiano
de la mañana
de la tarde
de la noche
de toda hora
de todo momento y lugar
el dolor familiar

Fuego alimentado por falsas señales -errores de interpretación-
por ilusiones y ganas  que 
la realidad fuera más benévola -el deseo-
y que por un instante maldito y fugaz se cree posible
generando una felicidad pueril -alimentada de inocencia-
firmando justo ahí la perdición
la entrada al calvario, 
al abismo, al limbo -como alma en pena-
al infierno mismo
abrazado solo por las llamas del dolor
con el sabor de la amargura 
y la inaceptada derrota cuya testarudez
toma los girones de la herida -el corazón-
y los hace añicos
los esparce
y a golpe aprende la lección
demasiado tarde
este es el destino del amor que nace muerto
convertir al corazón en tumba

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