Como llueve en Sevilla,
un otoño marrón
el hotel es un acto de amor para dos,
pero tú no estás,
vida.
He bajado a la calle,
me ha subido el calor
del acento que quiere escuchar
mi colchón,
era un sábado tarde.
Y ahí voy...
doblando una esquina
se dobla el amor
había una morena vendiendo pulseras,
gritando veloz, cantando saetas
me mira, me voy...
Pero di la vuelta
¿Qué hago? me digo...
La miro se ríe mi
Si quieres gallego te llevo hasta el río...
Le dije que si
Fui a una torre que brillaba y vi
como nos temblaba el cielo,
fue como lo cuento, fue así
olvidé que había concierto
Fuimos en pasado, a un tablao flamenco
y pude ver el cielo desde
abajo
cuando dijo
susurrando dame un beso
y no saludes a esa que tienes al lado...
Casi amanecía cuando toda la alameda me aplaudió
cuando mordía más al sur de su cadera
y ahí me vine tan arriba
que pedimos cama y dos mil horas más
Pero al llegar el día,
el día siguiente me refiero
ni siquiera un te quiero en la pared.
Era lo que temía tal vez todo fuera un sueño,
bajé corriendo desnudo y sin fe,
hubiera gritado su nombre pero no lo dijo,
hubiera dado todo esta vez
Pero al llegar al día,
al día siguiente
no había ruido
en lugar de llorarla me callé
Aunque no quede de paso
cada vez que bajo a cantar
vuelvo al sitio donde la encontré
una vez en marzo creí que era ella
y me vi persiguiendo una extraña
y lloré cuando dio la vuelta
Por eso si veis que llueve
en Sevilla
es que estoy recordando su
piel.
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