Vagando sin rumbo en un desierto nos encontramos, nos miramos, nos reconocimos y compartimos la alegría inconcebible de cruzarse con alguien en medio de la nada y del sin sentido de ese tedio de caminar sin esperanza y sin rumbo, sin percatarse dónde está el punto de llegada y de saberse en una caravana rota y majada en la que solo se subsiste y se camina en círculos para nunca llegar a ninguna parte.
Desde distintos puntos de partida, de manera casi improbable nos cruzamos, nos reconocimos, se encendió la vieja hoguera, crepitante, llena de presagios y presentimientos, nos miramos, sonreímos.
Pero el miedo que todo lo puede, nos hizo levantar el campamento y cada uno tomó rumbo en busca de su espejismo, un oasis seco en medio de la nada. Por temor fuimos arena en medio de un desierto
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